Este accidente cerebrovascular no mata las células nerviosas por toxicidad química, como se creía hasta ahora, sino por ondas eléctricas letales, según revela un estudio internacional con investigadores del CSIC. Estas ondas pueden ser una nueva diana terapéutica para tratar los ictus de forma más eficiente.
Fuente:
SINC
Un grupo de investigadores internacional en el que participa
Óscar Herreras, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas
(CSIC), ha mostrado que los ictus no matan las neuronas por toxicidad
química, como se creía hasta ahora, sino por ondas eléctricas letales.
Los accidentes cerebrovasculares son la segunda causa de muerte y la primera causa de discapacitaciónÓscar Herreras, CSIC
Tras la interrupción de aporte sanguíneo en el cerebro, el primer
evento en la cadena de sucesos que conduce a la muerte de las
neuronas es la aparición de una onda de potencial eléctrico que
circula por el tejido silenciando a las neuronas a su paso y haciéndolas
perder su capacidad de generar electricidad y procesar la información.
Este nuevo análisis, publicado en la revista
Neurocritical Care, cuestiona la teoría dominante acerca de cómo mueren las neuronas en
casos de accidente cerebrovascular, que da protagonismo a la toxicidad
química. Estas ondas eléctricas pueden ser una nueva diana terapéutica
para tratar los ictus de forma más eficaz.
“Los accidentes cerebrovasculares son la segunda causa de muerte y
la primera causa de discapacitación”, indica Herreras, del Instituto Cajal
(CSIC). “Las neuronas son las células más sensibles a la carencia de
oxígeno y glucosa, y mueren tras unos pocos minutos sin su aporte continuo
desde el torrente sanguíneo”, precisa.
“A pesar de haber concitado uno de los mayores esfuerzos de investigación
tanto clínica como experimental, los numerosos hallazgos obtenidos en
laboratorio sobre el mecanismo de los accidentes cerebrovasculares no han
tenido una traslación a la clínica”, explica Herreras. En la actualidad,
no existe una estrategia basada en evidencia científica para tratar a este
numeroso grupo de pacientes que ingresan en la UCI, en general con
pronóstico muy negativo.
ENSAYOS SIN RESULTADOS
Más de 200 ensayos clínicos para la evaluación de fármacos que habían
mostrado ser potencialmente útiles en modelos de ictus, o traumatismo
craneoencefálico (TCE), en laboratorio han sido infructuosos en pacientes,
lo que tiene a la comunidad científica perpleja y a la clínica, frustrada,
según apunta Herreras.
Esta onda eléctrica aparece también en la fase de aura de la migraña, pero en este caso apenas dura un minuto y el tejido nervioso se recupera completamente
El grupo de investigadores que ha publicado el análisis concluye que los
hallazgos sobre los que se han basado los ensayos clínicos no eran
determinantes, y habían soslayado descubrimientos previos que sí lo
eran.
“Han sido tres décadas de experimentación dedicada a probar una y otra
vez que las neuronas mueren cuando son sometidas a un ambiente tóxico
por exceso de glutamato (teoría excito-tóxica), una molécula
neurotransmisora que se derrama desde las células en gran cantidad en
ausencia de oxígeno y resulta letal para sus vecinas”, comenta
Herreras. “Pero este no es el primer ni el principal evento que ocurre
tras un accidente cerebrovascular”.
“Ya desde mediados del siglo pasado se conocía que, tras la interrupción
de aporte sanguíneo en el cerebro, el primer evento en la cadena de
sucesos que conduce a la muerte de las neuronas es la aparición de una
onda de potencial eléctrico”, detalla Herreras.
Esta onda eléctrica aparece también en la fase de aura de la
migraña, pero en este caso apenas dura un minuto y el tejido
nervioso se recupera completamente. No así cuando falta oxígeno y
glucosa, lo que lleva a una entrada masiva de agua al interior,
del que las neuronas no se pueden recuperar.
OBJETIVO: DETENER LAS ONDAS ELÉCTRICAS LETALES
Según Herreras, que ha trabajado más de 20 años en la biofísica de estas
ondas, el problema ha podido ser que los investigadores y las compañías
farmacéuticas no sabían cómo utilizar o modular estas ondas eléctricas
para impedir el daño y se han centrado en una de sus
consecuencias químicas, suponiendo que son un paso intermedio en
el que se podría atajar la deriva letal.
“Pero una vez iniciadas las ondas se desencadenan muchos procesos
paralelos que conducen a la muerte, y atajar solo la toxicidad del
glutamato no es suficiente. Es necesario detener las ondas que
desencadenan todo”, indica el experto.
Los investigadores clínicos llevan años concienciando a sus colegas para que presten más atención en la UCI a estas ondas eléctricas en los pacientes que entran con ictus, hemorragias cerebrales y traumatismos
Los investigadores clínicos de este grupo llevan años concienciando a
sus colegas para que presten más atención en la UCI a estas ondas
eléctricas en los pacientes que entran con ictus,
hemorragias cerebrales y traumatismos, pues su presencia
y duración son la mejor forma de saber la gravedad del daño y cuanto
tejido nervioso va a resultar irreversiblemente dañado.
“Podemos revertir esta situación de impasse clínico si dotamos a las
UCI de equipo para registrar estas ondas en los pacientes y empezamos
a diseñar estrategias para detenerlas. Algunas ya se están probando en
laboratorio”, recalca.
El grupo internacional COSBID (Cooperative Study on Brain Injury
Depolarizations) lleva casi dos décadas tratando de concienciar a la
comunidad clínica de que el elemento letal es la onda de
despolarización eléctrica “pero hay una fuerte resistencia a cambiar
la forma de pensar”, dice Herreras. “Entender la química es más
fácil que tener que enfrentarse a ondas eléctricas de naturaleza
desconocida”, sostiene.
La serie de dos trabajos publicados por este grupo en la revista es un
análisis exhaustivo de los errores de fundamento en los que se han
basado los infructuosos ensayos clínicos de las últimas décadas, y,
según Herreras, es la primera vez que se consigue vencer el
escepticismo de los medios de publicación especializados: “Esperamos
que esta publicación sea el primer paso para reorientar la
investigación de una manera radical y comenzar a diseñar estrategias
que, por fin, puedan ser útiles a los pacientes con accidente
cerebrovascular”, concluye.
Referencia:
Andrew RD, et al. "Questioning Glutamate Excitotoxicity in Acute
Brain Damage: The Importance of Spreading Depolarization".
Neurocritical Care
Andrew RD, et al. "The critical role of spreading
depolarizations". Neurocritical Care
Este artículo fue publicado originalmente en
SINC
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