- Los Técnicos de Emergencias Sanitarias tienen que ser conscientes de que las formas de contener las hemorragias han cambiado. En la actualidad, el uso de torniquete se ha extendiendo rápidamente en el entorno civil, aunque no es la única técnica para el control de hemorragias de gran volumen.
- La compresión del punto sangrante sigue siendo el primer paso en un proceso en el que el torniquete se reserva exclusivamente para las extremidades. El empaquetado de heridas es una técnica que permite contener hemorragias en la raíz de los miembros y en el cuello; esta técnica cuenta con un importante aval científico.
- El empaquetado de heridas en ingle, axilas y cuello debe realizarse de una forma muy concreta. El uso de apósitos hemostáticos está ampliamente recomendado, aunque también pueden usarse apósitos convencionales para conseguir, mediante el rellenado de la herida y la aplicación de presión sobre la misma, la hemostasia.
Estamos acostumbrados a un manejo clásico, y en ocasiones no avalado por la
evidencia científica, de las hemorragias. La relación clásica de técnicas de
compresión del punto sangrante, la elevación del miembro afectado, el
vendaje compresivo, la compresión de la raíz arterial y el torniquete, en
último lugar, están desfasados debido a la nueva evidencia científica al
respecto (como explicaremos a lo largo del artículo), sobre todo para su uso
en hemorragias abundantes o en zonas comprometidas como las axilas, las
ingles o el cuello1.
Existen múltiples conocimientos relacionados con el
manejo de las hemorragias que han perdurado durante mucho tiempo en la
formación de los TES y que no disponen del suficiente aval científico, como es
el caso de la elevación y la compresión del punto arterial2. Un TES no se
enfrenta a una hemorragia masiva con mucha frecuencia. Este tipo de heridas
se asocian a lesiones de carácter laboral o a accidentes de tráfico, aunque en
los últimos años, con el aumento de la actividad terrorista, podemos
encontrarnos con este tipo de lesiones en atentados terroristas. Los militares
han acumulado una enorme experiencia en el manejo de hemorragias en las dos
últimas grandes guerras (Iraq y Afganistán), en entornos tácticos o de combate
donde la ayuda sanitaria está alejada.
Esta experiencia ha colocado el
torniquete en una posición dominante para el manejo de la hemorragia, pero no
es la única técnica de la que nos podemos beneficiar. El uso de nuevas
técnicas compresivas de la hemorragia y la introducción en el ámbito civil de
los vendajes de combate con productos hemostáticos pueden ser de mucha
utilidad en nuestro entorno.
HEMORRAGIA
Una hemorragia se define como el flujo de sangre por rotura de un vaso
sanguíneo. Este flujo puede ser de escasa consideración, como es el caso de
una hemorragia capilar, o muy importante, como ocurre con la hemorragia
arterial. La hemorragia en una extremidad es la principal causa de muerte
evitable en víctimas de trauma3, por lo que las medidas de hemostasia deben
ser puestas en práctica tan pronto se identifica el problema. Una víctima
puede tardar menos de 5 minutos en morir debido a una hemorragia masiva no
controlada, por lo que el sangrado arterial o el sangrado abundante no
identificado deben ser detectados y controlados lo antes posible. Una
hemorragia no compresible o en la que el torniquete no puede hacer su trabajo
puede ocurrir en tres zonas en la unión con el tronco (zona inguinal, zona
axilar y cuello), y en el tronco.
El criterio para determinar si una hemorragia
es masiva o no puede llegar a depender de la experiencia del TES, pero
existen una serie de indicaciones que pueden usarse para determinar si una
hemorragia necesita un torniquete o un empaquetado. Según el American College
of Surgeons4, una hemorragia que se puede beneficiar de las técnicas agresivas
de contención del sangrado (torniquete o empaquetado de la herida) es la que
sangra a chorros, la que no se controla mediante presión sobre la herida, la
que presentan aquellos pacientes que se encuentran en un charco de sangre a su
alrededor o con sus ropas empapadas de sangre, cuando descubrimos vendajes
empapados de sangre, en caso de pérdida total o parcial de un miembro, y
en víctimas que tienen un nivel de consciencia alterado o están
inconscientes.
Las hemorragias incontrolables en las extremidades deben ser
contenidas con el uso del torniquete, una medida que ha sido calificada como
peligrosa durante muchos años y que se ha convertido en una técnica salvadora
de vidas de primer nivel5; ha demostrado su utilidad en el entorno
táctico-militar y está llegando con mucha fuerza al entorno civil. El
torniquete debe usarse cuando la compresión del punto sangrante no es efectiva
o no puede realizarse eficazmente6. Las hemorragias en la unión de los miembros
y en el cuello pueden ser tratadas mediante el empaquetado de la herida (del
inglés wound packing), una técnica mucho menos conocida y enormemente eficaz7.
Esta medida viene a paliar la poca eficacia que tiene un torniquete para hacer
su trabajo en zonas que no son compresibles como las axilas, las ingles o el
cuello (fig. 1). No se debe realizar el empaquetado de heridas sobre cavidades
corporales tales como el tórax y el abdomen, ya que no es de utilidad; estas
hemorragias deben controlarse en el quirófano porque no es posible
contenerlas en el medio extrahospitalario.
EL EMPAQUETADO DE HERIDAS (WOUND PACKING)
El empaquetado de heridas es una técnica de contención de hemorragias
ampliamente utilizada en cirugía y en el cuidado de heridas. Su principio es
sencillo: comprimir la herida mediante la introducción de material textil en
su interior. Los apósitos hemostáticos, o apósitos de combate (combat gauze),
son un elemento muy usado en la actualidad para el control de las hemorragias
mediante la técnica del empaquetado. Son apósitos de gasa convencional
impregnados con una sustancia hemostática que, según el tipo empleado y la
casa comercial que los fabrica, pueden contener caolín (QuikClot®) o chitosán
(Celox®). El caolín o zeolita, una sustancia mineral de origen volcánico que
genera una rápida coagulación debido a su porosidad, permite atrapar el agua
de la sangre y facilitar la agregación plaquetaria en el interior de la
herida, lo que inicia un rápido proceso de coagulación. El caolín es inerte,
no genera reacciones alérgicas pero sí una ligera reacción exotérmica9. El
chitosán (o quitosano) es un polisacárido elaborado a partir de los
caparazones de los crustáceos marinos, enormemente pegajoso, que se adhiere
al interior de las heridas y las sella en su totalidad10. En referencia al
chitosán, debe tenerse en cuenta que, aparte de sus beneficios como
hemostático, tendríamos que añadir un posible riesgo de reacciones alérgicas
inducidas en pacientes sensibles a las proteínas de los crustáceos11.
Las
vendas de gasa orillada o las gasas convencionales también han demostrado ser
enormemente eficaces para controlar el sangrado empaquetando la herida.
Algunos estudios indican que los productos para controlar el sangrado con
sustancias químicas son igual de eficaces que la gasa convencional, por lo que
parece que la técnica es la verdadera herramienta para contener el sangrado
indiferentemente del producto que se use en el interior de la herida12. A
este respecto hay que tener en cuenta el alto coste económico de los apósitos
de combate y el acceso a ellos, que muchas veces es difícil en el entorno
civil (fig. 2).
FIGURA 2. Cómo empaquetar la herida correctamente. |
Para realizar la compresión de la herida, una vez se ha efectuado el empaquetado
de la misma, se puede usar un vendaje compresivo clásico, como una venda
elástica convencional o un vendaje de compresión especial, denominado vendaje
israelí; este dispone de una barra de compresión (o aplicador de presión) que
permite aumentar y mantener la presión del vendaje aplicado. La barra de
compresión es un elemento que cumple una triple función: permite ejercer
presión, evita la pérdida de la compresión y ayuda a fijar el extremo del
vendaje al finalizar la aplicación13 (fig. 3).
FIGURA 3. Colocación del vendaje israelí14. |
CÓMO EMPAQUETAR UNA HERIDA15
La formación de los TES para el manejo de las heridas es muy conservadora.
Durante el proceso de formación, se les indica que deben hacer la menor
manipulación posible del interior de la herida, y realizar la compresión de
la hemorragia desde el exterior, con los apósitos en la parte externa de la
herida. Este enfoque es poco útil en caso de intentar controlar una
hemorragia masiva, sobre todo cuando cursa con afectación de un vaso
sanguíneo importante. El TES debe comprometerse con la contención de la
hemorragia ya que, como hemos visto, es una amenaza importante para la vida
de la víctima de trauma; por este motivo, es necesaria una manipulación
profunda de la herida, para lo que se tendrá que pinzar manualmente el vaso
afectado, si lo hubiera, rellenar todo el hueco de la herida con apósitos
hemostáticos, y realizar la compresión de todo el conjunto.
PROCEDIMIENTO
En primer lugar, debe hacerse la compresión de la herida de forma clásica,
desde el exterior, con los apósitos que tengamos a mano o simplemente con
la mano. El objetivo en esta fase es conseguir controlar parcialmente el
sangrado mientras localizamos el material y realizamos el empaquetado.
En segundo lugar, una vez que se tenga disponible el material para
realizar el empaquetado (un apósito hemostático comercial o una venda de
gasa común), se debe exponer la herida y «vaciar» su interior con los
dedos; debe sacarse la sangre y los coágulos que se encuentren en el
interior de la herida. En este momento, debe localizarse el vaso
sanguíneo sangrante, si lo hubiera, que normalmente se encuentra al lado
de un hueso, y, si es posible, pinzarlo con los dedos o contra el hueso.
Esto debe realizarse porque es la única forma de controlar el sangrado
activo en un vaso importante que es el responsable de la mayor pérdida de
volumen sanguíneo (fig. 4).
En tercer lugar, debe empezarse a introducir la venda hemostática, o de
gasa orillada, desde el fondo de la herida hasta la superficie. Este
proceso, que es propiamente el empaquetado, es el responsable de la
contención de la hemorragia y debe hacerse rápidamente y a conciencia. Se
utilizará tanta gasa como sea necesaria. La norma es que si hay un hueco,
debe rellenarse y, cuando esté relleno, debe ejercerse presión e
introducir más relleno. Es muy importante que se empaquete la herida en su
totalidad) (fig. 5)
En cuarto lugar, debemos ejercer presión sobre el paquete creado sobre la
herida. Según diversos autores, la presión debe ejercerse durante al menos
3 minutos, si se ha usado un apósito hemostático, y durante al menos 10
minutos, si se ha usado una venda de gasa convencional (figs. 6 y 7).
En quinto lugar, después de realizar la compresión manual, debemos hacer
un vendaje compresivo muy apretado, todo lo que podamos. Se puede usar
venda elástica convencional o un vendaje israelí (fig. 8).
En sexto lugar, si el empaquetado que hemos realizado no es efectivo
podemos hacer dos cosas. La primera es hacer un segundo empaquetado encima
del primero y comprimirlo aún más fuerte. Si este punto no funciona, es
recomendable eliminar todo el empaquetado realizado, comenzar de nuevo y
realizar un empaquetado aún más apretado que el primero. Debe ejecutarse
de forma concienzuda, rápida y fuerte para que el empaquetado sea eficaz
(fig. 9).
FIGURA 4. Pinzar el vaso afectado. Foto cedida por el Centre for Emergency HealthSiciences (utilizadas con el permiso de JEMS/PennWell Corp). |
FIGURA 5. Introducir la venda hasta el fondo de la herida. Foto cedida por el Centre for Emergency HealthSiciences (utilizadas con el permiso de JEMS/PennWell Corp). |
FIGURA 6. Empaquetar la herida completamente. Foto cedida por el Centre for Emergency HealthSiciences (utilizadas con el permiso de JEMS/PennWell Corp). |
FIGURA 7. Aplicar presión sobre el paquete. Foto cedida por el Centre for Emergency HealthSiciences (utilizadas con el permiso de JEMS/PennWell Corp). |
FIGURA 8. Aplicar un vendaje compresivo. Foto cedida por el Centre for Emergency HealthSiciences (utilizadas con el permiso de JEMS/PennWell Corp). |
FIGURA 9. Comenzar de nuevo si la herida vuelve a sangrar. Foto cedida por el Centre for Emergency HealthSiciences (utilizadas con el permiso de JEMS/PennWell Corp). |
En último lugar, no hay que olvidar tomar las medidas necesarias para el
cuidado de un paciente que ha sufrido una gran hemorragia y que puede
estar en riesgo de sufrir un shock hipovolémico. El paciente debe estar en
posición de decúbito supino (la posición de Trendelenburg está en
desuso16), se le debe aplicar oxígeno a alta concentración y abrigarlo
para evitar la hipotermia.
Si es posible, puede colocarse una férula para inmovilizar el miembro,
esto evitará que se mueva el apósito y el miembro, y la aparición de nuevo
del sangrado. Sería recomendable que la férula fuera transparente, esto
permitiría observar el apósito para comprobar que no aparece sangre, que
indicaría un resangrado. Después de haber realizado todos estos pasos, hay
que transportar inmediatamente el paciente hacia el centro sanitario de
referencia más útil.
CONCLUSIÓN
Nuestra visión del sangrado y de las técnicas para contenerlo cambia rápidamente y debemos mantenernos al día sobre este tema. La medicina táctica se está abriendo camino rápidamente en el entorno civil; vivimos una época en la que la experiencia militar de las últimas dos grandes guerras (Irak y Afganistán) puede ayudarnos mucho en el día a día de nuestro trabajo en la calle. No debemos olvidar que la guerra es un gran motor de la medicina, sobre todo de la cirugía, y del manejo de las víctimas de trauma.
José Ayoze Sánchez Silva
Enfermero en SVAE. Servicio de Urgencias Canario (SUC). Las Palmas. España.
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